El lunes 1 de junio se pone en contacto conmigo un joven amigo para pedirme ayuda, pues su padre, enfermo de Covid-19, había sido ingresado el viernes 29 de mayo en el Hospital Obispo Polanco.
El vive en Valencia y aparte de para interesarse por su padre, se tuvo que desplazar a Teruel para intentar rescatar del domicilio de su padre en Villastar a su perrica Chispa. A todo esto, sus otros familiares directos, su hermana y su cuñado, debían permanecer en cuarentena pues habían ido a Villastar a recoger a su padre para llevarlo al Hospital el mismo día 29 de mayo y podrían estar contaminados.
Chispa se encontraba encerrada en la cochera del domicilio paterno y gracias al auxilio de una vecina ha sobrevivido al proporcionarle agua y comida a través de una gatera que tenía la puerta del garaje. Mi joven amigo, el miércoles 3 de junio se pudo hacer con la perrita, equipado hasta arriba pues la casa podría estar contaminada, llevándola al veterinario para proporcionarle un baño que le librase de la posible contaminación y le hiciesen una revisión.
Hasta aquí todo bien, o casi bien. Su hermana en cuarentena no podía atender a Chispa y el debía volver a su trabajo en Valencia sin posibilidad de hacerse cargo de ella.
Contacto con el servicio de perros abandonados del Ayuntamiento de Teruel y de Diputación Provincial, gestionado por la misma empresa, y aquí comienza la odisea en cuestión de dos horas.
El Servicio de recogida del Ayuntamiento de Teruel no se podía hacer cargo porque el propietario vivía en otro municipio. Cabía una posibilidad, poner a la perrita a nombre de mi joven amigo, que sigue censado en Teruel capital, y entregarla a dicho Servicio pagando las tasas correspondientes. Pero esta posibilidad encerraba una maldad. La perrica pasaba a ser propiedad del Ayuntamiento de Teruel y nadie garantizaba que una vez acogida en la perrera, alguien se encaprichara de ella y se diera en adopción. Si su padre se recuperaba como parece ser, se podría encontrar que al abandonar el Hospital, suelen ser largas las estancias por Covid-19, no pudiese recuperar a su perrita Chispa. Lógicamente desechamos esta posibilidad.
Siguiente puerta a la que llamamos fue a la Diputación Provincial de Teruel. La DPT tiene concertada la recogida de perros abandonados con Villastar, pero no recogen perros de propietarios que ya no puedan o no quieran hacerse cargo de ellos.
Al final se ha solucionado gracias a la generosidad de un primo que se ha hecho cargo de Chispa hasta que se recupere el enfermo.
Mi cabreo fue grande al ver como las dos instituciones no tenían protocolo de actuación ante este problema, y lavándose las manos, solo esgrimían el argumento de que las normas que tienen cada institución no lo permitían. Una norma, para ser justa, tiene que tener flexibilidad en su aplicación, y ante situaciones excepcionales, el Ayuntamiento de Teruel y la DPT deberían haber arbitrado mecanismos que permitieran que la perrita fuese acogida, pagando las tasas que correspondieran, garantizando que una vez recuperado el enfermo, la perrita fuese devuelta a su dueño.
Esperemos que no haya nuevos rebrotes, pero de producirse, situaciones vividas por la perrita Chispa y su propietario se pueden volver a reproducir. La DPT y el Ayuntamiento de Teruel deberían crear protocolos para poder atender estas circunstancias de una manera eficaz.

Un comentario en “Sobre enfermos de Covid-19 en Teruel y la atención a sus mascotas”